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Arquitectos Julián Oquendo Valenzuela

   Julio César Cabrera Cano

Medellín es una ciudad latinoamericana, compuesta por un paisaje comercial producto de la planificación estatal y un paisaje marginado creado por viviendas transitorias que invadieron las periferias del territorio. Estos asentamientos se podrían catalogarse como arquitectura informal, construida bajo parámetros del azar y la necesidad. Artificios humanos conformados por materiales precarios, que se valen de cualquier recurso a la mano y cualquier espacio propicio para sobrevivir.

 

Entendemos el funcionamiento de este fenómeno urbano como si se tratara del Parasitismo. Siendo este una relación inmediata y estrecha entre dos organismos, clasificados como huésped y parásito, donde el segundo vive a costa del primero. El huésped es indispensable para el parásito, ya que es el sistema al que se adapta y obtiene provecho. El parasito cuenta con una habilidad de acomodarse, replicarse, recogerse o extenderse.

 

En ese mismo orden de ideas, comprendemos el carácter de la arquitectura informal, como CASAS que se transforman, se acomodan a través de la recursividad o varían según la necesidad y su posible huésped (la ciudad). Es en la recursividad, en esa susceptibilidad al cambio, donde aparece el valor agregado de estas construcciones: el valor interior, un ambiente cargado de precariedad, construido por métodos rústicos, soluciones constructivas arquetípicas y elementales para la supervivencia.

 

Arquitecturas constantemente estigmatizadas por la sociedad. A partir de esta reflexión, planteamos destacar las virtudes sensibles y habitacionales de este tipo de edificaciones, que no solo contrastan el paisaje, sino también dan cuenta de una situación humana. Gracias a la comprensión del fenómeno urbano, sensibles a las atmosferas de necesidad; visibles en las periferias de nuestra ciudad.

 

Tomando como principios la tectónica, el caos y la precariedad estética, llegamos a proyectar un pabellón “atmósferas de la necesidad”. Que a modo de intervención efímera, se posa sobre el museo de Antioquia (museo central de Medellín), con la finalidad de producir evidencias de la arquitectura marginal en el espacio público de la ciudad comercial.

 

Todo esto con la intención que los ciudadanos experimenten la sensación espacial, tectónica y atmosférica de una arquitectura estigmatizada, pero con unos valores potenciales. El método de inserción espacial del proyecto, es el parasitismo.

 

El pabellón depende del museo de Antioquia para poder funcionar, pero a su vez el pabellón presta un servicio de extensión como sala alterna de exhibición de arte. Finalmente el pabellón es un pretexto donde quisimos valorar y potencializar aquellas virtudes de las viviendas de invasión, enfocándolo hacia el arte y la arquitectura efímera. Abriéndole campo a las experiencias sensibles de los espacios invalidados.

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